miércoles, 15 de abril de 2015

El ataque de las cochinillas de la humedad


El fin de semana pasado visitamos el güertino y las judías del Barco de Ávila aún no daban señales de vida, pero a la mañana siguiente habían salido todas, de repente, como en el cuento de las Habichuelas Mágicas.Y eso que teníamos miedo de que al estar más al sur de lo que se suelen cultivar, les costara adaptarse.


Estábamos contentos y pensamos que ellas también lo estarían porque iba a llover. Pero a la mañana siguiente, después de una noche de llovizna y fresquito, nos encontramos a todas las judías medio moribundas. ¡Alguien se las había estado merendando! Los pobres chícharos apenas se tenían en pie, algunos casi sin hojas, o con los cotiledones medio comidos.



Mirando, vimos que con la reciente humedad se había llenado todo el huerto de cochinillas de la humedad, y al investigar en internet descubrimos que a veces las cochinillas (también llamadas isópodos o bichos bola) pueden atacar a los brotes tiernos. La única solución que encontramos era atar una gallina con un cordel y darle un paseo por el huerto, pero pensamos que a ellas también les podía apetecer comerse esos brotes tan tiernos de las judías. Así que en vez de pedirle prestadas un par de gallinas a mi vecina Mari Cruz, optamos por un método alternativo: recoger nosotros mismos las cochinillas y echárselas a las gallinas.

¡La cantidad de cochinillas que salieron! Se escondían bajo los terrones y las piedras, ¡en grupos enormes!

También optamos por echar infusión de ajo y de cebolla, para ahullentar otras posibles plagas. Los gatitos estaban graleando por el huerto con nosotros y descubrimos que les encanta la infusión de ajo. ¡Estaban lamiendo los plantines!




Después de un par de horas nos pareció que habíamos quitado casi todas las cochinillas de la humedad y con el bote de mermelada lleno hasta la mitad me acerqué a las gallinas de mi vecina, muy cerca de mi huerto.


No sabía que las cochinillas eran tan apetecibles para las gallinas.

Cuando las gallinas superaron el miedo a mi presencia, se abalanzaron sobre aquel tesoro de cochinillas que se escondían entre las piedras.

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