
El parterre empieza a animarse, los tomillos han echado sus primeras flores y aunque las melisas han sido atacadas por algún caracol, ya se están adaptando al nuevo sitio. Las maderas son recicladas de palés encontrados en contenedores de obra, encajados por muescas hechas a medida con una sierra de calar. Moy y yo estuvimos una mañana entera hasta que los terminamos de cortar y encajar a medida, y luego lo hemos elevado sobre algunas de las piedras más grandes que habíamos sacado del huerto.
Luego comprobamos que en el bancal de las remolachas, los rabanitos crecen muy juntos y había que aclararlos. Así que estuvimos eligiendo los más pequeños para hacer sitio a los más grandes, que ya empiezan a enrojecer. ¡Pronto podremos comerlos!

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