domingo, 22 de febrero de 2015

Primera mano.

Vamos al lío! Lo ideal para un huerto es empezar a trabajar la tierra a final de otoño o en invierno, en un momento en el que hayan parado las lluvias y el frío aletargue la vida en el suelo. En nuestra tierra, Badajoz (Extremadura), ese momento puede ser a final de Diciembre o inicios de Enero, cuando se produce habitualmente un régimen de altas presiones en toda España que mantiene los cielos despejados y un frío intenso. Sin embargo, en mi caso he tenido que empezar un poco más tarde, a final de Febrero, aunque espero no encontrar inconvenientes con ello.

La tierra que hemos elegido ha sido una parcelita de unos 60m2 en plena dehesa de encina muy cerca de un arroyo que sólo corre con lluvias intensas, aunque permanece húmedo en el subsuelo la mayor parte del año. La calidad de la tierra es en general buena teniendo desde suelo franco ligeramente arcilloso hasta más limoso y con materia orgánica en abundancia cerca del arroyo. Por la vegetación que crece por aquí creemos que se trata de una tierra ligeramente ácida. La profundidad media es de unos 50cm llegando a una base de aluviones. Todo el terreno está sembrado de cantos rodados debido al efecto de la sedimentación del arroyo. Todos estas piedras hay que ir quitándolas para conformar con los años un suelo de mayor calidad.


Lo primero que he hecho ha sido roturar la tierra con un motocultor diésel de unos 14 CV de potencia. En un primer día hice una primera pasada para romper la vegetación silvestre, que dejo en el lugar para que sirva como material orgánico, y aligerar la parte superficial. Una semana después, tras dejar reposar la tierra y que se secasen las raíces expuestas, di una segunda pasada profundizando y aligerando la tierra al máximo. Puede parecer que con el motocultor esto es un trabajo fácil, pero en realidad cansa un montón. Tuve agujetas durante días.
  
Como es una tierra en la que sólo se ha cultivado una vez hace dos años, no consideré la necesidad de realizar un abonado extra. Este año voy a intentar sacar la producción con los nutrientes que tenga el suelo de manera natural. Terminado el arado sólo hay que esperar un par de semanas a que se repose la tierra y se empiece a descomponer los restos de vegetación para poder empezar a sembrar.



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